¡AYUDA! ¿Sufrimiento fetal?
SECUELAS NEUROPSICOLÓGICAS DE LA ENCEFALOPATIA HIPÓXICO ISQUÉMICA
“Mi hijo de 6 años no va bien en el colegio. Tiene dificultades para seguir el ritmo de los demás. Además aun no habla bien, no se le entiende, parece un niño pequeño. Le cuesta mucho aprender, no diferencia bien las letras ni los números. Le cuesta mucho memorizar. Y además tiene un comportamiento muy irritable, no para, no escucha lo que le digo, es incapaz de prestar atención…”
Muchas veces nos encontramos con niños que no siguen el ritmo de los demás. Esto puede parecer normal, los profesores, pediatras y demás profesionales suelen decir: “es normal, cada uno lleva su ritmo, ya madurará” … Permítanme discrepar. Cuando un niño está teniendo dificultades, algo está o no está ocurriendo en su cerebro.
Una de las causas bastante frecuentes de estas dificultades es la Encefalopatía Hipóxico- Isquémica (EHI). Cuando hay una falta de oxígeno y sangre en el cerebro inmediatamente antes o durante el nacimiento se produce asfixia perinatal lo que produce esta agresión al feto y a su débil sistema nervioso llamada Encefalopatía Hipóxico-Isquémica, que cursa con signos neurológicos como deterioro del nivel de alerta y de la capacidad para despertar, alteraciones en el tono muscular y en las respuestas motoras, alteraciones en los reflejos y, a veces, convulsiones. En base a estos signos se gradúa de grave, moderada o leve.
Cuando el daño cerebral es grave, la mortalidad es muy elevada, entre el 50 y el 75 % de los casos, y prácticamente todos los supervivientes desarrollarán secuelas neurológicas. Puede presentar trastornos del movimiento, la comunicación y el aprendizaje, dificultades en la alimentación, epilepsia o retraso mental. Los trastornos del movimiento y de la postura son denominados parálisis cerebral, que puede ser de muy leve a grave.
Cuando la EHI es leve, no hay riesgo de mortalidad y discapacidad moderada, por esta razón los médicos suelen dar el alta a los bebés y en fin, “ya pasó todo, a partir de ahora es un bebé normal”. Ahora es cuando los papás quedan tranquilos, van con sus bebés a casa y al cabo de varios años ven que su niño no va como el resto, que tiene dificultades para seguir el ritmo de los demás, para aprender…etc.
Y en efecto, así es, el cerebro de estos bebés ha sufrido una agresión antes de poder desarrollarse y esto va a traer consecuencias neuropsicológicas. ¿Cuáles?
Por lo general, cuando se produce una falta de oxígeno en el cerebro, las regiones cerebrales más vulnerables son las regiones frontales y el hipocampo, entre otros.
¿Qué provoca el daño por falta de oxígeno en las regiones frontales? Conlleva déficits en memoria de trabajo, que es la capacidad para mantener y manipular la información de manera temporal; en atención sostenida, capacidad para mantener la atención alerta a los estímulos durante un periodo prolongado de tiempo; en la dificultad para controlar los impulsos, muchos de estos niños puntúan alto en las escalas de hiperactividad y déficit de atención. También es fácil encontrar en estos niños problemas motores.
¿Qué provoca el daño en el hipocampo? Problemas de memoria.
Otro tipo de lesión que se puede producir es la lesión cerebral parasagital. Debido a la falta de oxígeno en las zonas de penumbra de las arterias cerebrales anterior, media y posterior, se produce una intensa isquemia en estas zonas disminuyendo únicamente la presión de perfusión cerebral. Las secuelas pueden ser hipotonía en el bebé recién nacido, tetraparexia espástica en casos graves, y en casos leves, déficits específicos de lenguaje y de la percepción visual (capacidad visoespacial).
Debido a todo este elenco de dificultades que pueden surgir como consecuencia de la EHI, es recomendable que los papás de los bebés -o ya no tan bebés- que han tenido sufrimiento fetal, estén alerta sobre las posibles dificultades que pueda tener su hijo y acudir a un profesional bajo la mínima sospecha para poder realizar una evaluación neuropsicológica y valorar esas dificultades con el fin de realizar una intervención adecuada lo más tempranamente posible.
Jesica Melgar
Neuropsicologa
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